Hay momentos en la vida que cambian nuestra forma de experimentar el camino. Por ejemplo , conducir el Ferrari F8 Spider por el sinuoso litoral de la Costa Brava fue para mí uno de esos raros momentos. Desde el principiola experiencia fue extraordinaria. Tan pronto como Pulsé el botón rojo de arranque en Tossa de Mar, sabía que éste no sería un viaje más. Inmediatamenteel gruñido del motor V8 llenó el aire. Mientras tantoel olor a sal y pino flotaba a través del techo abierto. En combinación con el ritmo de las curvas, estas sensaciones creaban algo casi cinematográfico. Sin duda algunaFue el comienzo de un viaje que nunca olvidaría.
El día que conocí el Ferrari F8 Spider
Había reservado el Ferrari F8 Spider a través de DDLuxuryCar en Barcelona. El proceso fue sencillo, y en cuanto lo vi -pintado en el clásico rojo Rosso Corsa, brillando a la luz del sol- se me aceleró el pulso. No era sólo un coche; era un símbolo de pasión, precisión y excelencia en el diseño.
Al deslizarme en la cabina, noté inmediatamente cómo todo parecía intencionado. Los mandos, los asientos, la visibilidad, todo estaba orientado a un objetivo: el rendimiento. En poco tiempo, el sol empezó a salir, proyectando un cálido resplandor sobre la ciudad. Poco después, dejé atrás Barcelona, persiguiendo la dorada luz costera mientras la carretera me guiaba hacia Tossa de Mar.
Empezando en Tossa de Mar
Tossa es uno de esos lugares donde el mar y la piedra se funden a la perfección. Cuando llegué, la fortaleza medieval se alzaba sobre la pequeña playa, proyectando largas sombras sobre la bahía. Poco después de aparcar, bajé el techo rígido, dejando que el aire de la mañana llenara el habitáculo. Con un suave giro del volante, recordé al instante lo que estaba conduciendo: el Ferrari F8 Spider no estaba aquí sólo para quedar bien, sino que se había construido para moverse.
Momentos después, mientras la ciudad daba paso lentamente a los escarpados acantilados costeros, empezó a desarrollarse el verdadero viaje. Con la capota bajada y el V8 biturbo ronroneando con confianza detrás de mí, me sentí profundamente conectado a cada curva de la carretera. De una curva a otra, el Spider abrazaba el asfalto con facilidad, respondiendo sin esfuerzo incluso a los movimientos más leves. Como resultado, cada kilómetro me parecía más vivo que el anterior.
Por las curvas de Sant Feliu y más allá
No lejos de Tossa, la carretera serpenteaba hacia Sant Feliu de Guíxols. Cada curva parecía una pincelada en un lienzo gigante, que revelaba nuevas vistas del Mediterráneo. No pude resistirme a detenerme en un mirador para contemplarlo. Las elegantes líneas del Ferrari enmarcadas por el mar y el cielo llamaron la atención de algunos transeúntes, pero yo estaba demasiado concentrada en el siguiente tramo.
Pronto llegué a Platja d’Aro y más tarde a Begur. Aquí las colinas se hicieron más empinadas, las carreteras más estrechas y la conducción más intensa. El Ferrari F8 Spider lo manejaba todo sin esfuerzo. Era ágil pero firme, agresivo pero controlado. No sólo seguía la carretera, sino que la guiaba.
En Pals, hice una pausa para comer algo rápido. Sentada en una terraza con el coche aparcado cerca, observé cómo los turistas le hacían fotos. Sonreí, recordando cuánto tiempo había soñado con un momento así.
La alegría de conducir en estado puro
Tras dejar atrás Pals, me dirigí de nuevo hacia el norte, esta vez en dirección a la belleza salvaje del Cap de Creus. A medida que avanzaba, la carretera empezó a estrecharse, serpenteando estrechamente a lo largo de los escarpados acantilados. En ese momento, la banda sonora ya no era música, sino el sonido del Ferrari F8 Spider, una mezcla perfecta de potencia turboalimentada y escape afinado con precisión. Con cada reducción de marcha, un rugido satisfactorio resonaba en las paredes rocosas, añadiendo dramatismo a cada tramo de asfalto.
Naturalmente, la conducción exigía una atención constante; sin embargo, me devolvía algo significativo a cambio. Lo que sentí fue una sensación que sólo puedo describir como flujo: ese momento raro y perfecto en el que tus reflejos, el coche y la carretera se alinean en completa armonía.
Finalmente, en algún lugar justo antes de llegar a Cadaqués, decidí detenerme una vez más. El sol dorado de la tarde bañaba ahora la pintura roja con una suave calidez. Al alejarme unos metros y darme la vuelta, no pude evitar detenerme. Ahí estaba: mi Ferrari, mi ruta, mi historia – congelada en el tiempo, pero aún vibrando de energía.
Llegar a Cadaqués
Llegar a Cadaqués fue como llegar a un escondite secreto. Las pequeñas casas blancas, el sonido de los barcos en el puerto deportivo y el aroma a marisco en el aire me dieron la bienvenida. Aparqué cerca del paseo marítimo y me senté junto al mar, mirando cómo se movían las olas. A mi alrededor, el día estaba declinando, pero a mí me parecía que acababa de llegar a su punto álgido.
El Ferrari F8 Spider no era sólo un medio de transporte. Era mi compañero en un recuerdo que nunca olvidaré. Había recorrido kilómetros de curvas, túneles y colinas. Y con cada una de ellas, la conexión entre la máquina y el hombre se hacía más profunda.
Lo que aprendí en el camino
Aquella noche, con una copa de vino en la mano, recordé el día. Lo que había empezado como una simple idea -conducir un Ferrari por la costa- se había convertido en algo mucho más. El Ferrari F8 Spider había transformado la carretera en una historia, y cada pueblo, cada curva, se había convertido en un capítulo.
Conducir un coche así no es cuestión de velocidad. Se trata de sentir. Se trata de saber que estás al volante de una obra maestra, y que tienes la suerte de experimentarlo en un lugar tan extraordinario como la Costa Brava.
Si tuviera la oportunidad, lo volvería a hacer mañana. Y tomaría el mismo camino.
Por qué deberías hacerlo tú también
Si estás pensando en alquilar un Ferrari F8 Spider para tu propia aventura, no lo dudes. Sobre todo si estás en España, y más aún si te encuentras cerca de la Costa Brava. Esta región ofrece la mezcla perfecta de conducción técnica, paisajes asombrosos y pueblos inolvidables.
De Tossa a Cadaqués, esta ruta te lo da todo, y el F8 Spider te proporciona los medios para disfrutarla al máximo.
No es sólo un viaje por carretera. Es una carta de amor a la conducción.